7/11/2007

!Marciano, ven a casa!

Por Esteban Zamora* / Notimex

En plena paranoia por la Guerra Fría y en medio del pánico desatado por el riesgo de un cataclismo nuclear se dio hace sesenta años el primer avistamiento de lo que fue considerado como la visita de naves tripuladas por seres de otros planetas.
El personaje que sin proponérselo inició la nueva era de la llamada ufología, por UFO, siglas en inglés de Objetos Voladores no Identificados ( Unidentified Flying Objects) -OVNI, para nosotros- fue Kenneth Arnold, un piloto civil de 32 años, quien reportó el 24 de junio de 1947 haber visto, mientras volaba en su avioneta cerca del Monte Rainier en el Estado de Washington, nueve objetos que se desplazaban a una altura de 10 mil pies y a una velocidad estimada de mil 200 millas por hora.
El piloto intentó entregar su reporte a la FBI pero como las oficinas estaban cerradas le contó su experiencia a un periodista que la publicó, convenientemente aderezada, en su diario y a partir de entonces !se armó la grande!.
Aunque la Fuerza Aérea norteamericana determinó que el avistamiento de Arnold había sido un espejismo, en muy pocos días se multiplicaron en Estados Unidos las noticias de avistamientos de "ufos" y se inició el fenómeno, la leyenda, el negocio, la superstición, el folclor, la mitología, el misterio, que se extendió por todo el mundo y que llega hasta nuestros días.
Para conmemorar los 60 años de ovnis, hace unos días, el pasado día 5 de este mes, tuvo lugar en la Biblioteca Bidebarrieta de la Universidad de Bilbao un ciclo de cuatro conferencias y una mesa redonda en la que participaron un filósofo, un biólogo, un abogado, un periodista y un astrofísico.
Los temas fueron: La invasión que nunca llegó; La chapuza galáctica: ufología a la española; !Marciano, ven a casa!; y 40 años de hombrecillos grises. El precio de la entrada fue 45 euros, con derecho a cena.
Lo de !Marciano, ven a casa! es una referencia humorística al título de la novela Martians, go home, publicada en 1955 por Fredric Brown, en la que los habitantes de Marte invaden la tierra y se apoderan de los mandos de la sociedad humana. Los invasores ven todo, oyen todo, cuentan todo y los terrícolas no pueden soportar que los expongan de esa manera a la verdad, por lo que se levanta el grito generalizado de !marcianos, váyanse a su casa!.
Subproducto del fenómeno OVNI y resultado de un folclor globalizado y de una cultura popular alimentada por las películas, las series de televisión y las novelas de ciencia-ficción, han sido los relatos de las llamadas "abducciones". Es decir, de secuestros de seres humanos por parte de alienígenas que conducen a sus víctimas en sus platillos voladores a lugares desconocido, las someten a vejaciones, a operaciones quirúrgicas, a procesos de investigación científica, les implantan en sus cuerpos mecanismos de control y después las devuelven a sus lugares de origen.
El cuento de los abducidos empezó con una tira cómica de Buck Rogers en 1930 en la que uno de los personajes es secuestrado por los marcianos, lo someten al consabido examen médico que se ha venido repitiendo en todos los relatos, le permiten ver la tierra desde una ventana de la nave, y lo reintegran a su hogar.
Dentro de la teoría de la conspiración -en México se llama del compló- los alienígenas mantienen conversaciones y pactos con los mandos secretos del poder universal que gobierna a todos los países de la tierra mientras los inocentes terrícolas nos hacemos la ilusión de que elegimos a nuestros gobernantes. Según las narraciones de los supuestos "abducidos", los secuestradores encajan en el prototipo popularizado por el cine, la televisión y los "comics": hombrecillos flacos, cabezones, de piel gris y de ojos almendrados.
Los estudios de los profesionales han llegado a la conclusión de que los relatos de secuestros por extraterrestres provienen de obsesiones y de pesadillas que los pacientes han tenido por hechos reales y las han incorporado a la memoria como falsos recuerdos. El folclor popular ha creado en nuestros días la "leyenda urbana" que nos invade nuestros correos electrónicos con patrañas tan extravagantes como la de los gatitos cúbicos o como la del camión cargado con vísceras de bebé destinadas a transplantes médicos, y dentro de ese fenómeno de la leyenda urbana se inserta el cuento de los extraterrestres que cada día gana más adeptos.
Si siempre hay gente dispuesta a creer lo que le cuenten, no es extraño que sigan proliferando cuentos chinos como el de los alienígenas, el del chupacabras, el de Zhenli Ye Gon, el del fraude cibernético y el del "presidente legítimo".
(*periodista)